lunes, 24 de enero de 2011
¡¡¡Fuegooo!!!
lunes, 30 de agosto de 2010
razón
Oh quepis, quepis,
qué mal me hiciste.
El obrero le dijo al militar progresista: "buenas intenciones tal vez, pero serás mandón hasta la muerte".
El militar progresista le dijo al blanco nacionalista: "¿querés que te sea franco? tu reforma agraria cabe en una maceta".
El blanco nacionalista le dijo al batllista: "lo que pasa es que ustedes siempre se olvidan de la gente del Interior".
El batllista le dijo al demócrata cristiano: “yo escribo dios con minúscula ¿y qué?".
El demócrata cristiano le dijo al socialista: "comprendo que seas ateo, pero jamás te perdonaré que no creas en la propiedad privada".
El socialista le dijo al anarco: "¿no se te ocurrió pensar porqué ustedes no han ganado nunca una revolución?".
El anarco le dijo al trosco: "son un grupúsculo de morondanga".
El trosco le dijo al foquista: "estás condenado a la derrota porque te desvinculaste de las masas".
El foquista le dijo al bolche: "también ustedes tuvieron delatores".
El bolche le dijo al prochino: "nosotros nos apoyamos en la clase obrera, ¿también en esto nos van a llevar la contra?".
Y así sucesivamente, “apunten, ¡fuego!”, dijo el gorila acomodándose el quepis, y un camión recogió los cadáveres.
Porque como ya bien lo dijo René Descartes: "no hay nada más equitativamente repartido que la razón; todos están convencidos de tener la suficiente".
sábado, 12 de junio de 2010
Rola la historia 5
- Ya te cargó la chingada mi chavo.
La caja, tengo que agarrar la pinche caja…
Después de ponerte las esposas y dejarte al lado de la patrulla, el policía se acerca a su compañero y revisan tus documentos.
Ahí, a escasos metros de ti, el Bora que te robaste, su cofre deshecho y un poste doblado. Debajo de las llantas traseras un cuerpo inerte al que alguien, solidario, ya fue a colocarle una sabana para cubrirlo. A centímetros del cuerpo, una caja pequeña de madera de la que nadie se ha percatado.
- ¿Cómo ves si decimos que te diste a la fuga?
¿A la fuga?, ¿este tarado de donde quiere que saque el dinero para que me deje ir?. Seguro va a querer miles de pesos que obviamente no tengo. Si los tuviera no habría aceptado esta chamba. Me recarga la chingada. Y ahí sigue la caja; necesito esa pinche caja.
La radio de la patrulla suena. Uno de los policías se acerca a responder. El otro espera una respuesta tuya. Guardas silencio.
- Tan fácil como que te dejamos ir y tu sueltas un varo. Te conviene, un atropellado más otro menos en esta ciudad es lo de menos. Claro que tiene que ser muy buen varo. ¿Cuánto traes?
- Pareja, ya se jodió el asunto. Este güey es importante. Dice el comandante que lo llevemos a los separos en chinga.
- No manches. ¿Ni un pinche quinientón le vamos a poder sacar para soltarlo?
El policia se acerca a la patrulla. Tu ya no oyes su conversación. Te hincaste con las esposas puestas y recogiste la cajita. Te echas a correr sabiendo que tu vida depende de esa cajita de madera. Los policías sacan sus pistolas pero saben que no pueden dispararte...
- ¡Su puta madre! ¿Y ahora cómo carajos lo levanto? – piensas, mientras intentas agacharte, pero sabes que será muy difícil poder levantarla con las manos esposadas por la espalda. Entonces, aquella mujer de la que no te habías percatado se detiene justo antes de pisar la caja.
- ¡Oh! Espero no se haya roto – dice ella mientras se agachaba para levantar la caja. Y a ti, el corazón te da un tumbo al pensar que la anciana podría saber que guardas ahí. ¿Y ahora? Ni modo que además del hombre que dejaste abajo del coche, te cargues también a la abuelita.
- No señora, no se preocu… - y te quedas en silencio cuando descubres que la viejita localizó la caja a tientas, dejando de lado su bastón y evitando que se le caigan las gafas oscuras, tan oscuras como la noche misma.
- Aquí tienes hijo, creo que no le pasó nada… pero mejor revísala tú
- Gracias, no se hubiera molestado… pero oiga… ¿sería mucha molestia pedirle que me la ponga aquí en la camisa? Es que no puedo usar mis manos ahorita.
- Claro hijo… pero mira nada más… jajaja, bueno, una frase un tanto irónica para una vieja en mi estado ¿verdad? – Y pese a la situación que estás viviendo, no puedes evitar reírte junto con ella.
- Tengo mi casa aquí cerca y vivo sola, así que si quieres, puedes venir conmigo y te daré una camisa de mi difunto Alfonsito, él era mi’jo, pero murió hace algunos años. En fin, espero que no te moleste, pero si no la usas tú, ya nadie la usará.
- Pero señora, es que no podría… además, no debería usted llevar extraños a su casa.
- Oh, vamos, sólo te daré una camisa. Además, no creo que me vayas a hacer algo malo… ¿O sí?...
(escrita por Cynthia “Haru” Rodríguez,http://rtprod.blogspot.com/)
Tú ríes nervioso, tu humor negro casi te traiciona y prácticamente tienes que morderte la lengua para no soltar un comentario sarcástico, de esos que te salen automáticos. Sin embargo, en esta ocasión decides no joderte más de lo que ya estas y aceptar su ayuda, al fin eso es mejor que explicarle exactamente qué es lo que un hombre en tus zapatos está dispuesto a hacer, así que te limitas a contestar únicamente un escueto:
- No, ¿cómo cree?, vamos…
- Entonces sígueme hijo…
La anciana camina sobre la avenida grande hasta llegar a un callejón pequeño y obscuro, tú la sigues impresionado de que alguien en su condición camine con tanta rapidez y seguridad por una calle curvada y con tantos obstáculos, mientras que tú, hombre atlético, por unas pinches esposas a penas y puedes seguirla sin terminar de cara contra el pavimento.
De pronto comienzas a sentirte mal, nunca pensaste en que terminarías chingandote a un pobre cristiano y ahora no estás del todo seguro en que harás con la anciana una vez que llegues a su casa y recibas su ayuda. Piensas optimista que tal vez no se dé cuenta de que estas esposado y que no se pregunte el por qué tienes la camisa rota… pero en tu cabeza inmediatamente se escuchan las palabras “es ciega, no pendeja”.
De pronto la voz de la anciana te saca de tus pensamientos:
- Y dime… ¿de quién estas huyendo?
Tú te detienes en seco, no esperabas responder a una pregunta así, al menos no tan pronto.
- Yo, de nadie señora cómo cree… - dices como intento desesperado por zafarte.
- Claaaro, y ahora me vas a decir que en la cajita hay dulces…
Piensas en salir corriendo, pero ¿para dónde? sin darte cuanta caminaste hacia un lugar del que no tienes idea de cómo salir…
- bbbu.. bueno… esteeeee
- Hijo no me mientas, estoy ciega, no pendeja…
***¿Alguien que quiera concluirla?***
sábado, 22 de mayo de 2010
Rola la historia 4
- Ya te cargó la chingada mi chavo.
La caja, tengo que agarrar la pinche caja…
Después de ponerte las esposas y dejarte al lado de la patrulla, el policía se acerca a su compañero y revisan tus documentos.
Ahí, a escasos metros de ti, el Bora que te robaste, su cofre deshecho y un poste doblado. Debajo de las llantas traseras un cuerpo inerte al que alguien, solidario, ya fue a colocarle una sabana para cubrirlo. A centímetros del cuerpo, una caja pequeña de madera de la que nadie se ha percatado.
- ¿Cómo ves si decimos que te diste a la fuga?
¿A la fuga?, ¿este tarado de donde quiere que saque el dinero para que me deje ir?. Seguro va a querer miles de pesos que obviamente no tengo. Si los tuviera no habría aceptado esta chamba. Me recarga la chingada. Y ahí sigue la caja; necesito esa pinche caja.
La radio de la patrulla suena. Uno de los policías se acerca a responder. El otro espera una respuesta tuya. Guardas silencio.
- Tan fácil como que te dejamos ir y tu sueltas un varo. Te conviene, un atropellado más otro menos en esta ciudad es lo de menos. Claro que tiene que ser muy buen varo. ¿Cuánto traes?
- Pareja, ya se jodió el asunto. Este güey es importante. Dice el comandante que lo llevemos a los separos en chinga.
- No manches. ¿Ni un pinche quinientón le vamos a poder sacar para soltarlo?
El policia se acerca a la patrulla. Tu ya no oyes su conversación. Te hincaste con las esposas puestas y recogiste la cajita. Te echas a correr sabiendo que tu vida depende de esa cajita de madera. Los policías sacan sus pistolas pero saben que no pueden dispararte...
- ¡Su puta madre! ¿Y ahora cómo carajos lo levanto? – piensas, mientras intentas agacharte, pero sabes que será muy difícil poder levantarla con las manos esposadas por la espalda. Entonces, aquella mujer de la que no te habías percatado se detiene justo antes de pisar la caja.
- ¡Oh! Espero no se haya roto – dice ella mientras se agachaba para levantar la caja. Y a ti, el corazón te da un tumbo al pensar que la anciana podría saber que guardas ahí. ¿Y ahora? Ni modo que además del hombre que dejaste abajo del coche, te cargues también a la abuelita.
- No señora, no se preocu… - y te quedas en silencio cuando descubres que la viejita localizó la caja a tientas, dejando de lado su bastón y evitando que se le caigan las gafas oscuras, tan oscuras como la noche misma.
- Aquí tienes hijo, creo que no le pasó nada… pero mejor revísala tú
- Gracias, no se hubiera molestado… pero oiga… ¿sería mucha molestia pedirle que me la ponga aquí en la camisa? Es que no puedo usar mis manos ahorita.
- Claro hijo… pero mira nada más… jajaja, bueno, una frase un tanto irónica para una vieja en mi estado ¿verdad? – Y pese a la situación que estás viviendo, no puedes evitar reírte junto con ella.
- Tengo mi casa aquí cerca y vivo sola, así que si quieres, puedes venir conmigo y te daré una camisa de mi difunto Alfonsito, él era mi’jo, pero murió hace algunos años. En fin, espero que no te moleste, pero si no la usas tú, ya nadie la usará.
- Pero señora, es que no podría… además, no debería usted llevar extraños a su casa.
- Oh, vamos, sólo te daré una camisa. Además, no creo que me vayas a hacer algo malo… ¿O sí?...
***
Gracias a Víctor, ¿alguien más se anima?
miércoles, 19 de mayo de 2010
Rola la historia 3
- Ya te cargó la chingada mi chavo.
La caja, tengo que agarrar la pinche caja…
Después de ponerte las esposas y dejarte al lado de la patrulla, el policía se acerca a su compañero y revisan tus documentos.
Ahí, a escasos metros de ti, el Bora que te robaste, su cofre deshecho y un poste doblado. Debajo de las llantas traseras un cuerpo inerte al que alguien, solidario, ya fue a colocarle una sabana para cubrirlo. A centímetros del cuerpo, una caja pequeña de madera de la que nadie se ha percatado.
- ¿Cómo ves si decimos que te diste a la fuga?
¿A la fuga?, ¿este tarado de donde quiere que saque el dinero para que me deje ir?. Seguro va a querer miles de pesos que obviamente no tengo. Si los tuviera no habría aceptado esta chamba. Me recarga la chingada. Y ahí sigue la caja; necesito esa pinche caja.
La radio de la patrulla suena. Uno de los policías se acerca a responder. El otro espera una respuesta tuya. Guardas silencio.
- Tan fácil como que te dejamos ir y tu sueltas un varo. Te conviene, un atropellado más otro menos en esta ciudad es lo de menos. Claro que tiene que ser muy buen varo. ¿Cuánto traes?
- Pareja, ya se jodió el asunto. Este güey es importante. Dice el comandante que lo llevemos a los separos en chinga.
- No manches. ¿Ni un pinche quinientón le vamos a poder sacar para soltarlo?
El policia se acerca a la patrulla. Tu ya no oyes su conversación. Te hincaste con las esposas puestas y recogiste la cajita. Te echas a correr sabiendo que tu vida depende de esa cajita de madera. Los policías sacan sus pistolas pero saben que no pueden dispararte...
sábado, 8 de mayo de 2010
Rola la historia 2
- Ya te cargó la chingada mi chavo.
La caja, tengo que agarrar la pinche caja…
Después de ponerte las esposas y dejarte al lado de la patrulla, el policía se acerca a su compañero y revisan tus documentos.
Ahí, a escasos metros de ti, el Bora que te robaste, su cofre deshecho y un poste doblado. Debajo de las llantas traseras un cuerpo inerte al que alguien, solidario, ya fue a colocarle una sabana para cubrirlo. A centímetros del cuerpo, una caja pequeña de madera de la que nadie se ha percatado.
- ¿Cómo ves si decimos que te diste a la fuga?
¿A la fuga?, ¿este tarado de donde quiere que saque el dinero para que me deje ir?. Seguro va a querer miles de pesos que obviamente no tengo. Si los tuviera no habría aceptado esta chamba. Me recarga la chingada. Y ahí sigue la caja; necesito esa pinche caja.
La radio de la patrulla suena. Uno de los policías se acerca a responder. El otro espera una respuesta tuya. Guardas silencio.
- Tan fácil como que te dejamos ir y tu sueltas un varo. Te conviene, un atropellado más otro menos en esta ciudad es lo de menos. Claro que tiene que ser muy buen varo. ¿Cuánto traes?
- Pareja, ya se jodió el asunto. Este güey es importante. Dice el comandante que lo llevemos a los separos en chinga.
- No manches. ¿Ni un pinche quinientón le vamos a poder sacar para soltarlo?
El policia se acerca a la patrulla. Tu ya no oyes su conversación. Te hincaste con las esposas puestas y recogiste la cajita. Te echas a correr sabiendo que tu vida depende de esa cajita de madera. Los policías sacan sus pistolas pero saben que no pueden dispararte...
Rola la historia
- Ya te cargó la chingada mi chavo.
La caja, tengo que agarrar la pinche caja…
Después de ponerte las esposas y dejarte al lado de la patrulla, el policía se acerca a su compañero y revisan tus documentos.
Ahí, a escasos metros de ti, el Bora que te robaste, su cofre deshecho y un poste doblado. Debajo de las llantas traseras un cuerpo inerte al que alguien, solidario, ya fue a colocarle una sabana para cubrirlo. A centímetros del cuerpo, una caja pequeña de madera de la que nadie se ha percatado.
- ¿Cómo ves si decimos que te diste a la fuga?
¿A la fuga?, ¿este tarado de donde quiere que saque el dinero para que me deje ir?. Seguro va a querer miles de pesos que obviamente no tengo. Si los tuviera no habría aceptado esta chamba. Me recarga la chingada. Y ahí sigue la caja; necesito esa pinche caja.
La radio de la patrulla suena. Uno de los policías se acerca a responder. El otro espera una respuesta tuya. Guardas silencio.
- Tan fácil como que te dejamos ir y tu sueltas un varo. Te conviene, un atropellado más otro menos en esta ciudad es lo de menos. Claro que tiene que ser muy buen varo. ¿Cuánto traes?
- Pareja, ya se jodió el asunto. Este güey es importante. Dice el comandante que lo llevemos a los separos en chinga.
- No manches. ¿Ni un pinche quinientón le vamos a poder sacar para soltarlo?
El policia se acerca a la patrulla. Tu ya no oyes su conversación. Te hincaste con las esposas puestas y recogiste la cajita. Te echas a correr sabiendo que tu vida depende de esa cajita de madera. Los policías sacan sus pistolas pero saben que no pueden dispararte...
6. Para las 5tas partes finales serán 8 blogs convocando a otros 8 autores para escribir las 5tas partes respectivas. Aquí la idea es finalizar las 4 historias con 4 5tas partes diferentes . Finalizaremos con 8 historias con un mismo comienzo pero que se irán desviando a caminos insospechados.
Es importante que cada una de las 5 partes de la historia sea breve. Es la única limitante que pongo. Hablo de dos o tres párrafos a lo mucho. Estoy consciente que alguna historia se va a cortar por diferentes motivos (no quieran publicarla en sus blogs, no cumplan con los dos días límites para escribir la parte que les toca, vean que en el famoso blog aquel que tiene chorromil seguidores ya habían propuesto algo asi y chafeó re gacho, etc). Sin embargo se que por ahí, muchos de los que escriben un blog, tienen una venita de escritores que les encantaría explorar. A mi también me sucede lo mismo, asi que échenme la mano y veamos que historias nos salen de este proyecto. Muchas gracias.